Una lámpara de lejos, con sus colores, sus destellos y sus luces, es del todo preciosa. Hasta que coges la bombilla y todo eso junto se te adhiere a la palma.
La marea, orquestada por la luna, es el mejor baile al que puedes asistir sin participar, hasta que ese maremágnum te pisa la punta del pie y ya no hay vals que valga.
Ese dolor de amor, taciturno y francés, con los ojos de Ana Karina, te inspira y suspiras, pero luego te respira a ti y se te escribe en la piel en 4 idiomas.
Las cosas de primera mano duelen, pero ya quisiera esa luz, ese maremágnum danzante, o una película francesa vivir como nosotros vivimos, con sentimiento, ya sea malo o bueno, y conseguir seguir viviendo. Ya sea a primera mano. Ya sea sin mano. Ya sea sin ni siquiera ser la primera.
Y ojalá duela.
Y ojalá lo aguante.